Periodo Helenístico
Se conoce como Periodo Helenístico, o Helenismo a la etapa de la Edad Antigua que abarca desde la muerte de Alejandro Magno en 323 a. C. hasta la conquista del Mediterráneo oriental y Asia Menor por parte de la República romana, en 31 a. C.
Características del periodo helenístico
Las principales características del Periodo Helenístico son:
- La fragmentación política del imperio alejandrino.
- La expansión de elementos culturales griegos en Asia Menor y el Próximo Oriente.
- La aparición de nuevas ciudades como centros políticos y culturales del mundo antiguo.
- La conformación de nuevos reinos, bajo el poder de las dinastías antigónida, ptolemaica y seléucida.
- El desarrollo de un sincretismo religioso, que combinó creencias y mitos de la cultura griega con cultos y costumbres orientales.
Origen del término “helenístico”
El término “helenístico” fue utilizado por primera vez en la obra del historiador alemán Johann Gustav Droysen (Historia del helenismo, 1836). “Helenístico” proviene de “heleno”, nombre con el que los antiguos griegos denominaban su identidad cultural.
El autor utilizó este concepto para denominar el proceso histórico desarrollado a partir del cual se extendió la lengua y la cultura griegas a las poblaciones del Próximo Oriente. Cronológicamente, este proceso se ubica entre la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) y la conquista romana del último reino helenístico (31 a. C.). Geográficamente, incluye el mundo mediterráneo habitado por los antiguos griegos y los territorios conquistados por Alejandro Magno y, desde entonces, helenizados: Asia Menor, Egipto y el Próximo Oriente (desde el Levante hasta el río Indo).
Antecedentes
Entre 336 y 323 a. C., Alejandro Magno, rey de Macedonia, construyó un imperio que reunió, por primera vez, a las civilizaciones más importantes del mundo antiguo. A través de una serie de campañas militares, conquistó el mundo griego, Egipto, las ciudades fenicias del Levante, Babilonia y la meseta de Asia Central hasta el río Indo.
Durante su reinado, Alejandro permitió que los pueblos conquistados mantuvieran sus dioses, su cultura y sus tradiciones; pero, a su vez, puso en marcha una política para intentar fusionarlos. Incorporó soldados y oficiales persas a sus ejércitos y fomentó el casamiento entre miembros de la nobleza macedonia con las elites locales de las diferentes regiones.
En el año 323 a. C., Alejandro enfermó gravemente y murió a los pocos días, sin dejar una línea sucesoria definida y con gran imperio sin organizar. Luego de su muerte, los generales macedonios, egipcios y persas que habían conformado su núcleo de colaboradores más cercanos se enfrentaron por la sucesión y, en consecuencia, el imperio comenzó a desintegrarse.
La organización política durante el Periodo Helenístico
Tras la muerte de Alejandro Magno, surgió el problema de la sucesión del trono y la dificultad de organizar, administrar e integrar un imperio tan grande.
Al principio, los diádocos (generales macedonios) y el ejército apoyaron la designación conjunta de Alejandro IV (el hijo recién nacido de Alejandro Magno) y Filipo III (el medio hermano de Alejandro Magno, que padecía limitaciones mentales), bajo la regencia de colaboradores cercanos al grupo familiar.
Sin embargo, en los hechos, este grupo no tenía poder real y, con el tiempo, las aspiraciones personales de muchos de los diádocos llevaron en una guerra interna por el poder imperial.
Hacia 281 a. C., la unidad interna se había desintegrado y, en su lugar, se fundaron varios Estados independientes:
- Macedonia, que controlaba también parte de las ciudades griegas y fue donde se estableció la dinastía antigónida.
- Egipto, con capital en Alejandría, bajo la dinastía ptolemaica.
- Imperio seléucida, que integró los territorios del Levante, Mesopotamia y América Central, con capital en Antioquía.
Además, se crearon otros reinos de menor tamaño, como Pérgamo en Anatolia, Armenia y Capadocia.
En los reinos helenísticos, no había reglas de sucesión precisas y el poder se alcanzaba a través de la fuerza y la imposición personal. Por eso, fueron muy frecuentes los conflictos entre los diversos aspirantes al trono y durante todo el periodo las fronteras fueron cambiando.
Cuando la república romana comenzó su expansión territorial hacia el oriente, se encontró con reinos helenísticos debilitados por las disputas internas y la guerra continua entre estados vecinos.
Cultura helenística
Durante el reinado de Alejandro Magno, se difundió la cultura griega que, a su vez, se vio influenciada por las culturas de las diversas civilizaciones integradas al imperio. Se produjo una fusión de elementos occidentales y orientales que llevó a la aparición de una nueva cultura híbrida, llamada helenismo o cultura helenística.
Los rasgos característicos de la cultura helenística fueron:
- Sincretismo religioso. La religión helenística era sincrética, es decir, mezclaba y hacía convivir el panteón clásico griego con dioses y deidades provenientes de oriente, como Tique, Serapis, Isis o Cibeles.
- Fomento de las ciencias. Los diferentes reinos, especialmente el Egipto de la dinastía ptolemaica, fomentaron a través del mecenazgo el estudio y el desarrollo de diferentes ciencias. De esta época datan el matemático y geógrafo Eratóstenes (estableció los principios de la cartografía científica y calculó la circunferencia de la tierra), el físico Ctesibio (fue pionero de los estudios de balística), los médicos Herófilo y Erasístrato (descubrieron elementos fundamentales de la anatomía y los sistemas nervioso, óptico y reproductivo).
- Literatura. Se profundizó la erudición literaria, el estudio crítico de la lengua y la literatura griegas. De este periodo datan los trabajos de Calímaco, Zenódoto y Aristarco, que prepararon los textos canónicos de Homero y de otros poetas, que siguieron siendo estudiados por siglos.
- Artes plásticas. El estilo helenístico refleja la combinación de lo antiguo y lo nuevo. Su principal característica es la variedad y la experimentación. Los escultores helenísticos perfeccionaron la figura humana idealizada del periodo griego clásico, pero además produjeron imágenes realistas de individuos de toda edad, género y categoría social. Existe un interés profundo por el individuo como sujeto especial y único. Se destaca de este periodo la producción de miles de figurillas de terracota, con un trabajo y un material que las hacían accesibles a gran parte de la población.
- Nuevas capitales culturales. La dinastía ptolemaica de Egipto se empeñó en hacer de Alejandría el centro cultural del mundo griego. Los diferentes gobernantes y su corte ofrecieron su mecenazgo a los intelectuales, fomentaron el arte y fundaron instituciones culturales. Entre ellas, se creó un centro de investigación cultural llamado Museo (porque estaba dedicado a las nueve musas, patronas divinas del arte) y una gran biblioteca, con la aspiración de poseer copias de todos los libros escritos en griego. Se cree que la biblioteca de Alejandría llegó a albergar 700.000 rollos de papiro. Otras ciudades importantes por sus instituciones culturales fueron Atenas, Antioquía y Rodas.
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